martes, 4 de diciembre de 2012

EL SENTIDO DE LA VIDA


Por VALENTINA VARGAS TOBAR

El sentido de la vida es, a mi parecer, todo aquello que nos permite saborear y disfrutar cada momento; nos impulsa a seguir viviendo y tener una razón para hacer las cosas. Pero es necesario entender qué le da sentido a nuestra vida para saber qué dirección tomar y que aspectos resaltar o mejorar de la vida que llevamos, pues enfocarnos en cosas negativas, será nocivo para nosotros generando a mediano o largo plazo un problema.
Entiendo el sentido de la vida como la capacidad disfrutar al máximo cada cosa que me rodea, agradecer todas las bendiciones que tengo, teniendo en cuenta que hay personas quienes a pesar de pasar por grandes dificultades son felices y agradecen lo que tienen. Al apreciar cada detalle de lo que me presenta mi entorno, de las capacidades que poseo y demás, puedo crear conciencia de aquello que me rodea. Pero también hace parte del sentido de nuestra vida, entender y reconocer el por qué de nuestra existencia, para que vinimos a este mundo y, que haremos con las capacidades y herramientas que tenemos. Es por esto que el sentido de la vida es individual, pues depende de cada quien, de sus virtudes y defectos, sus capacidades, limitaciones, y anhelos, lo que entienda por sentido a la vida, y más aun, lo que decida hacer con ella.
Es por esto que en el sentido que le doy a mi vida influyen mucho mis deseos, anhelos, sueños, propósitos, y cada meta que voy a trazando, sea a corto, mediano o largo plazo, buscando así la mejor manera de realizar aquello que me propongo, de la mejor manera. Esto crea responsabilidad y disciplina, y me permite tener claro lo que quiero y hacia donde debo dirigir mis recursos y talentos para lograrlo, me permite saber que debo mejorar para alcanzar mis metas y tener claros los parámetros que como persona, según los valores en lo que me he formado y los ideales que voy adquiriendo. Por otro lado, mi familia, amigos, conocidos, y cada vínculo que creo a mí alrededor, hace parte, de una u otra manera del sentido que doy a mi vida. Para mí, es muy importante ser una gran mujer, y enorgullecer a mis padres y a mi familia, pues gracias a ellos me estoy formando como persona, y en parte son ellos quienes desde pequeña me inculcaron el deseo de siempre crecer como ser humano y luchar por lo que realmente quiero, sin dejar de lado quien quiero ser.
La vida está llena de momentos inesperados, pues por más que planeemos las cosas, siempre habrá situaciones inesperadas, sentimientos encontrados, y tantas emociones que le dan sentido a lo que vivimos. Reír, llorar, enojarnos, hace parte de nuestro diario vivir, y permiten que cada momento sea importante.
Desde mi perspectiva, todos tenemos algo que le da sentido a nuestra vida, la importancia esta en descubrir que es, procurando que este sea un motivo o una visión clara y realista, que nos dirija hacia lo que deseamos. Pues el hecho de no tener un sentido de vida claro, genera un vacio, que podría ser reemplazado por falsos sentidos, como conductas dañinas que lleven a la persona a un placer momentáneo pero poco benéfico, llevando entonces a quien lleva este tipo de vida en un estado de soledad y confusión con respecto a lo que hará con su vida.
Es por esto que relaciono el sentido de la vida, con la ética del deber; pues al ser autónomos, hacemos nuestro deber con gusto y entendiendo el significado de aquello que hacemos. Siendo responsables de nuestras decisiones, creando conciencia de lo que se hace y de los resultados que se obtendrán a partir de nuestras propias acciones. Partiendo de objetivos claros, proyectando nuestra vida, y conociendo los retos que se podrían presentar en el camino, disfrutando los buenos momentos y aprendiendo de los errores, siendo coherentes con nuestros pensamientos y acciones. 
Entender, aceptar y disfrutar nuestro deber, siendo consientes de aquello que hemos escogido para nuestra vida, pero representa responsabilidad, dedicación, esfuerzo y voluntad, será una de las claves para vivir nuestra vida plena, y así no dejarnos derrumbar por las dificultades, sino, por el contrario, tomar los obstáculos como aprendizajes y así crear fortaleza espiritual.