INQUIETUDES DE UN AYER

Por Daniela Mora Gómez

Esa fuerza superior que me guía cada día y me responde siempre: Mi Dios de amor, gracias.

Mi vida, como la de muchos periodistas, ha estado sumergida en un mundo diferente, un mundo en donde muchas preguntas invaden mi cuestión acerca de mi vida y de Dios. Cuando me hago una pregunta encuentro un mundo escondido, aquel que me permite conocerme y sentirme segura y autentica de como soy y de lo que Dios me ha hecho. La vida es una constante ruleta, que sigue y sigue, nadie sabe con quién  le tocará vivir, en qué país le tocará nacer, sólo me pregunto ¿por qué yo?, ¿por qué Colombia?, ¿por qué mi familia?  Son cuestiones que, hoy en día, tengo clara sus respuestas y sé que vengo al mundo a cumplir una meta, a marcar la diferencia y a raíz de estas, a ser feliz, por esto y más agradezco fielmente a Dios por tenerme en su lista de enviados, por darme la familia que tengo, por nacer en este país, en esta ciudad tan hermosa, aquel lugar donde puedo afirmar que SOY COLOMBIANA, SOY CALEÑA con orgullo. Por respuestas que Dios me da, como el saber de mis cuestiones, es que solo me cabe describir su mandato a seguir y es el de sentir ser feliz a través de una simple pregunta.  Solo pocas personas logran comprender todo lo que conlleva a hacer una de estas, porque estas permiten saber, no una respuesta desesperada, sino una respuesta con valor, una que te permitió escuchar a ese yo y lograr una relación intima con Dios.

A lo largo de mi trayecto en la tierra, me he preguntado… ¿lo que estoy haciendo, me hace feliz?, ¿Debo creer en Dios para saber en qué consiste  mi vida? Preguntas como estas han pasado por este subconsciente y me han hecho capaz de analizar y confirmar lo que soy y lo que debo cambiar.  He pasado por momentos difíciles emocionalmente, surgiendo de ahí más preguntas y aquellas, en el momento, me cansan, pero llega un punto en que necesito recordarlas para hallar su respuesta y saber qué es lo que debo hacer, para dónde tendré que ir y qué es lo que quiero lograr. La vida me ha respondido tantos cuestionarios, que ahora me hacen ser partidaria de la libertad personal, porque apoyo fielmente el hecho de que las personas son libres por naturaleza, son responsables a la medida que cada cual lo crea conveniente, ya que nadie es dueño de nuestros saberes, de nuestras decisiones, porque lo que eres es la suma de las decisiones, que a partir de preguntas, has tomado; sencillamente, como me decía la otra vez el doctor Luis Fernando Hoyos, psicólogo y periodista (QEPD), “vive tu vida y déjasela vivir a los demás”. Para lograr tener el saber de las cosas, uno debe entablar una pregunta para lograr una relación con Dios, porque, el ser supremo que todo lo puede, te responderá todas las dudas que tengas, y es con Él que se logra el conocimiento verdadero de la vida.

En el colegio, ahora que estoy en once, nos han inculcado mucho el sentido de vida. Constantemente acudo a mis compañeras para preguntarles ¿qué quieres estudiar? ¿Qué eres hoy?, la mayoría me responden sin convencimiento y en realidad, son muy pocas (contadas con una mano) las que se les ve la pasión por lo que quieren ser. Gracias a que me cuestiono todo lo que pasa, todo lo que hago, todo lo que veo y siento, es que puedo analizar muy bien a cada persona, y de ahí nace un don muy especial que Dios me ha permitido ejercer desde ya y es el de oradora vocacional.

En mi ser, creo que el sentido de vida está en  cuestionarse absolutamente todo, tenemos derecho a eso y por consiguiente, a respuestas, porque a partir de estas aprendes a conocer el amor de Dios que te fortalece siempre, aprendes a amar a la familia que siempre está contigo, a vivir en paz, en armonía, aprendes a servir a los demás, a conocerte cada día y puedes, con todo esto, hallar la respuesta que necesitas de ¿qué es, finalmente, lo que me hace feliz?, ¿Qué necesito para ser feliz?. Solo en las respuestas que hallas con Dios está lo que necesitas.

Con todo esto, te podrás dar cuenta que el poder de escuchar las respuestas de las cuestiones es la narrativa de un aprendizaje emocional y espiritual basado en la escucha, no sólo del otro sino también de uno mismo para encontrar lo que necesitamos.

Y entonces… ¿te atreves a preguntar?

Aquel que me inspiró en una noche a escribir, Gracias.